Llegaste tarde


«¿Querías alguna otra señal, que cayera un meteorito desde el cielo?»

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Llegaste tarde, amigo mío, no te sientas apenado. El problema no estuvo en no haberte apurado. Tantas señas, tantas luces, ¿no se te habrán pasado? Pero si fueron echas para tus ojos, para tu pensamiento. Tu eras el caminante, yo te guiaba en ruta. Tu manejabas por una carretera sin ninguna curva. Quisiste tomar un atajo, a ver si llegabas a tiempo. Pero ya ven tus ojos lo mal que te fue con tus decisiones sin argumentos.

Guíame, dame una señal, me imploraste. Me aburrí de pintar luces en tus senderos. Dime algo, algo que me haga entender tu momento. Te dije tanto antes que ya no tengo más inventos. Una pista te pido, ruego cada día encontrarte. Si fuera tan fácil hallarme, otro me hubiera encontrado antes. Pero me alegro de que lo intentaste, aunque haya sido demasiado tarde.

Te cambie la tierra por suelo liso para que más fácil avanzases. Te cambie los obstáculos para que no te tropezases. Puse mis palabras en tus libros para que sintieses que conmigo hablases. Hice mi canto lo más fuerte que pude para que tus oídos me escuchasen. Pero nada, compañero, no había como ayudarte. Mientras hacía todo lo posible para ubicarte, tu te perdías en la niebla. Una niebla profunda que nunca pude atravesar, desde esa niebla tus ojos nunca me pudieron mirar.

Cuando sacaba una piedra del camino, tu ponías tres más. Aun así yo insistía, no la hará con mala voluntad, pensé. Pero cuando pasaba el tiempo me dí cuenta de que erré, ya no me buscabas como antes, ahora lo hacías de mala fe. Pocas ganas, complacencia, curar tus propias heridas. Muchas distracciones, sin motivaciones, no había cartel que desviara tu mirada. Te perdiste entre la niebla, te enamoraste de la comodidad, te sentiste más aliviado.

Y no te culpo, no fuiste el único. Todos cayeron en el mismo lado. No había caso en buscar a alguien que no marcaba sus pasos. Eso pensaban, eso creían, desde sus acogedoras habitaciones. Y no me enojo por sus acciones, hicieron todo lo posible. Pero cuando tenían la cuerda entre las manos la soltaron y dejaron libre. Cuando tenían la mancha en el ojo la ignoraron como si nada. Cuanto error, cuanto erramos, no miramos nuestras propias manos.

Y cuando por fin saliste de la niebla que atrapado te tenía, sonó la alarma en tu cabeza. Y corriste con todas tus fuerzas a buscar la ayuda pertinente. Te faltaban piernas para avanzar todo lo que recorriste, lamentablemente daba igual si te apurabas o te rendías. La suerte estaba echada cuando a tu mente volvió la luz, cuando más lo necesitabas no tenías tu fuerza interior. Y en el momento que abriste la puerta con la esperanza por los suelos, recibiste la imagen que tu cerebro trataba de ocultar todo este tiempo.

Pobre de ti, pobre de mi, pobre de todo el pueblo. Ahora de todos sus ojos caen lágrimas, de verdad que no los entiendo. ¿Por qué no lloraban cuando sus mentes bloquearon mis recuerdos? ¿Por que se lamentan ahora si cuando erraron ni lo sintieron? Ahora tienen lo que buscaron, lo que quisieron. Ahora que no los tengo, me tendrán para siempre en su pecho. Y cuando la culpa les hiera la consciencia como a mi me la hirieron ustedes, espero que se den cuenta de como la mente les miente.

– Desdichadø


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